Todo debe tener un equilibrio, hasta la espiritualidad. La espiritualidad desbordada, el convencimiento que lo único que importa es lo eterno y la esencia de cada uno es para mi un error. Lo mismo aplicado al mundo físico, abandonar la espiritualidad para dedicarse y dejarse llevar por el día a día físico, provocará otro desequilibrio.
El equilibrio no es fácil, y es distinto en cada persona pero, con el objetivo de ser más felices, tenemos la casi obligación de conocernos y encontrar ese punto de inflexión.
Los ejemplos extremos de personas que han perdido la espiritualidad y se abandonan al plano físico más irracional los encontramos sin ir más lejos en las páginas de redes sociales. Vomitan odio hacia sus semejantes amparados principalmente en ideologías políticas, les desean todos los males y hasta abiertamente su exterminio.
También el extremo contrario existe, aunque evidentemente no emana odio en absoluto, pero si cierta dejadez hacia todo lo relacionado con este plano pasajero que es la vida. Un exceso de espiritualidad que solo piensa en esa futura limpia transición de sus energía a un plano superior. Dejan de cuidar su físico, se sacrifican por los demás totalmente, pero abandonándose físicamente.
Las energías son eternas, y por las razones que sean que no voy a entrar, se nos ha regalado un envoltorio físico para experimentar emociones y vivencias espirituales. Hay que cuidarlo y encontrar el punto de equilibrio donde una parte no tape absolutamente a la otra, sino que las dos crezcan en armonía.
Medita, visualiza, trabaja tus energías, armoniza tu cuerpo mente y espíritu, haz deporte, actívate, bebe agua, aliméntate adecuadamente, sin excesos, ordena la casa, despréndete de lo inútil... Intenta concentrar en uno todos esos aspectos de tu vida y estarás cerca de tu equilibrio.
Cuida tu mente, cuida tu cuerpo, cuida tu espíritu.
Feliz lunes!
Manuel
Muchas Gracias Manuel, totalmente, hay que cuidar las dos partes, espiritual y físico para encontrar ese equilibrio que es posible.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Mi angel de luz, como cuesta llegar a ese equilibrio.
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