El aura nos protege de negatividades. Cada negatividad recibida, choca con ella provocando una pequeña mancha. El aura va acumulando esas manchas y éstas se concentran en zonas oscureciéndolas. En esas zonas, el flujo de energía es menor o prácticamente nulo.
Las zonas oscuras afectan no solo a la energía que emites, sino a la que recibes y en consecuencia al estado físico y espiritual.
Puedes sentir que zonas de tu aura están oscurecidas. Un sencillo método podrá darte pistas de cuales son:
En estado de relajación, ayudándote con velas, música, incienso, ropa muy cómoda... lo que te de paz, puedes sentir con tus manos esas zonas oscuras si las tienes. La ansiedad y los nervios no ayudan, así que si estás en ese estado, es preferible posponer el ejercicio.
Pasa despacio tu manos, a escasos milímetros de tu piel, por las zonas que desees explorar. En esos milímetros se crea un flujo de energía sutil fácilmente identificable. Si llegas a un punto donde no sientes esa ínter relación energética, punto en que no notas absolutamente nada, como si estuviera la piel dormida, posiblemente nos encontramos con una de esas zonas.
Repite la operación, desde otra dirección, en otra posición. Si vuelves a sentir la misma zona "dormida", estamos ante una de esas zonas oscuras del aura. Una zona que deberás trabajar intensamente para restablecer la luminosidad de tu aura.
La importancia del aura escapa incluso a lo que podamos imaginar. Es la lectura energética que los demás hacen de nosotros. Clave de las relaciones humanas y por supuesto el escudo protector más potente.
Cuida tu aura.
Manuel