Es una realidad tremenda la de cosas que se acumulan en las casas y que solo quitan energía a los que la habitan y pueden bloquear procesos como explicaré.
Los objetos de las casas, los recuerdos, la ropa, lo que da pena tirar… sino se utilizan de forma más o menos continuada, se convierten en rémoras energéticas. Acumulan la propia energía y establecen con los propietarios extraños vínculos energéticos. La casa se resiente. La casa pesa más a medida que más se acumula.
El método, es imaginar que mueres.
Una vez lo has imaginado, piensa en tus seres queridos, los que tienen que “redireccionar” todas tus pertenencias, los que tienen que “vaciar” toda una casa de objetos, ropas y recuerdos.
Muchas os habéis encontrado en esa situación y sabéis a que me refiero. Tantas cosas que acaban en la basura y que han estado en la casa tantos años… Tantas cosas que son regaladas a quien lo precise…
Una vez visualizado el problema que creas a tus seres queridos, es el momento de que reacciones y empieces tú a hacer esa limpieza. Te va a sorprender. La casa va a ir respirando a medida que vacías. Quizás muchas personas puedan utilizar lo que tu ya no usas ni usarás. La casa se va a aligerar y te va a ayudar a que estés mucho mejor.
Cuando una persona fallece, entra en un proceso de evolución energética. A veces es fluido, otras no tanto. Los objetos que llevan parte de tu energía y dejas en esta vida, a veces pesan y atan. La mente se vincula a ellos, a las posesiones por insignificantes que sean. Adelántate y practica el desapego.
Nada nos llevamos, solo nuestro buen hacer que enriquece el alma. Seguiremos la luz muy ligeros de equipaje.